31 de agosto de 2012

Ser papá es bien padre

El día martes 14 de agosto, del año 2012, antes de las 5 de la tarde, 3500 gramos y 50 centímetros vinieron a cambiar mi mundo. Lo escuché llorar por primera vez, sin verlo, y sentía que aún no me calló el veinte, lo vi por primera vez, con sus ojos curiosos y su aspecto totalmente diferente del que me imaginaba, ya que lo imaginaba más sucio y arrugado como normalmente son los bebés con minutos de nacido, él era diferente o tal vez lo veía ya con ojos de amor y mi mente me decía que era él bebé más bonito del mundo como piensan todos los papas, pero opiniones de otros me confirmaron que no era sólo mi imaginación.
Fue hasta tomarlo en mi brazos por primera ver, sentir su respiración y su mirada que sentí algo que cambió mi pensamiento, me cayó el 20, eso que sostenía en mis brazos y respiraba junto a mi era mi hijo, mi descendencia, y sería una razón de vivir, trabajar y en ocasiones no dormir de ahí en adelante. Esa pequeña personita, indefensa y frágil, para mí, detuvo el girar del mundo por un segundo.
Un hijo te cambia el concepto de ‘sacrificio’, no existe. Desvelos y privaciones se sienten, pero se sienten de un modo diferente.
Es el momento del que hablaban tu padres cuando decían ‘un día tendrás tus propios hijo y entonces entenderás’, aunque es muy pronto para decir que entiendo todo, si entiendo y veo cosas que antes no veía.
Muchos han preguntado ‘¿Qué se siente?’, pero pues es difícil explicar, o dar ejemplos, pero se siente, es algo que no se parece a nada y con nada se le puede comparar, cómo dijo alguna vez un gran novelista español de nombre Mateo Alemán: “No hay palabra ni pincel que llegue a manifestar amor de padre”. Si eso es el padre, que lo que ha aportado hasta ahora no se puede compara en tamaño, tiempo ni esfuerzo con lo de la madre, imagínense entonces el amor de ella.
Y aunque tengo una personita que quiero como a un hijo (que quienes me conocen a mi, ya lo conocen a él y no necesito mencionarlo) en este caso será iniciar de cero.
No puedo decir que ya aprendí a cambiar pañales pero ya lo he hecho algunas veces, así cómo hacerle un biberón, dárselo, ‘sacarle el aire’… He iniciado ese casi imposible intento de ser el mejor padre del mundo, que es más fácil decirlo que lograrlo, pero aunque quisiera lograrlo por mis propias manos sé que contaré con la mano de los que leen estas líneas para ello.
Agosto 2012