4 de abril de 2014

A mis hijos


A mis hijos:

Mateo, en la fecha en la que escribo esto, aún no cumples 2 años, aún no sabes leer. Para el momento en que puedas leer esta carta probablemente haya pasado unos tres años, o más, lo que tardes en encontrarla. Durante esos años pueden pasar muchas cosas. Si este día que lees estas palabras no estoy contigo, quiero que sepas que te amo, que llenas mi vida de felicidad y eres una gran motivación para echarle ganas a todo lo que hago. Si hoy tuviste un mal día, no te preocupes, los malos días tienen su lado bueno, nos ayudan a crecer, a aprender, a ser mejores. Ya verás que al final todo va a estar bien, si las cosas no están bien, significa que no es el final. No te preocupes por el final, déjalo llegar, es más, no te preocupes por el mañana, el día de mañana ya traerá sus propios problemas, y no hay porqué agregarlos a los problemas de hoy.
Pórtate mal, si, te lo dice tu padre. Si yo pudiera regresar el tiempo unos años atrás me portaría más mal de lo que hice, seguir menos reglas, preocuparme por menos cosas, pero no puedo regresar el tiempo que dejé atrás, en cambio tú lo tienes por delante. Ten por seguro que aunque te regañe, te grite o castigue porque te portes mal, como lo he hecho con tu hermano, lo hago porque es mi deber como padre, pero por dentro siempre estaré orgulloso de ustedes.
Santiago, tal vez cuando leas esto, ya tengas hijos, y entonces me hayas entendido, las cosas que te digo y como me porto contigo, porque yo tampoco entendía a mi padre hasta que llegaron ustedes dos. Si cuando leas esto no estoy con ustedes, espero me hayas perdonado los errores cometidos, cambiaste mi vida el día que pasaste de ser mi amigo, el hijo de mi novia, a ser mi hijo. Me convertiste en padre de un niño de 8 años sin siquiera una preparación de 9 meses. Si así como uno se cae de la bicicleta muchas veces antes de aprender a andar bien en ella, a ti te tocó recibir mis tropiezos como padre. A ti no te digo que te portes mal, eso ya lo haces bien, y también estoy orgulloso de eso, tu madre te preparó para la vida antes de que yo llegara de una forma distinta a la que me prepararon a mí, por lo que tú no sigues las reglas ni te quedas callado como lo hacía yo, y es una de las cosa que haría diferente si pudiera regresar el tiempo.
El tiempo no se puede regresar, no hoy que escribo estas líneas ni que creo que el día que las leen, pero aunque pudiera hacerlo no quisiera, porque cambiar algo del pasado podría hacer que hoy no estén ustedes conmigo.
Del futuro no sé mucho, no sé si ya está escrito, no sé si se puede cambiar. Solo podemos hacer el mejor intento de que sea el que queremos y si no lo es pues acoplarnos. Así que, si hoy que leen esto estoy con ustedes, dejen de leer, vayan y denme un abrazo, seguro lo necesito, uno siempre necesita abrazos, denme el más fuerte que me hayan dado, si me rompen un hueso no importa, ya sanará… si no estoy, no lloren, bueno si lloren, poquito, que llorar es como bañarse de adentro para afuera y quedas más limpio, ya luego de eso sonrían y sean felices, a fin de cuentas no iba a poder estar con ustedes para siempre, felices es como quiero verlos desde donde esté.
Los amo, y a su madre también, pero no le digan, de eso me encargo yo, que ella ya sabe que no me gusta decírselo con palabras, y espero que si ustedes tienen pareja hoy, tampoco gasten muchas palabras o tinta para decirle que la aman, los actos, la fidelidad y no rendirse, son cosas que dicen más cosas que las palabras.
De su padre que los ama,
Gilberto Félix Plata

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