27 de julio de 2012

Ecumenismo


“Tengo, además, otras ovejas que no son de este corral y a las que debo también conducir: ellas oirán mi voz, y así habrá un solo Rebaño y un solo Pastor.” Jn 10,16
En mi biografía de mi cuenta de Twitter (@GilioF) incluye que soy ‘cristiano, católico, ecuménico’. Cristiano por que creo en Cristo; católico, por creo que la iglesia católica es la que estableció Jesús dejando al apóstol Pedro a cargo, y que por sucesión Benedicto XVI está a cargo hoy, y ecuménico, por la esperanza de que algún día todos los que creemos en Cristo (ya sean católicos, ortodoxos, apostólicos, bautistas, pentecostales, luteranos, anglicanos, y un gran, gran etcétera) nos uniremos, haciendo a un lado nuestras diferencias, para formar una sola fe.
Ser ecuménico no es simplemente tolerar a los que no comparten tu fe o tu manera de pensar, sino aceptar que la fe y creencias del otro son válidas para su salvación (Lc 9,49-50). Ya en este punto, el ecumenismo encuentra impedimentos por partes radicales de ambas partes. Tanto católicos como lo que no lo son, tendrían dificultad en aceptar que hay salvación en ‘la otra’ iglesia. Y no hablo de aceptar hipócritamente, u olvidarse de la doctrina, nunca hay que dejar de ser auténtico ni dejar de defender tus ideales.
Si tenemos todos lo cristianos un  sólo pastor que es nuestro señor Jesucristo ¿Por qué no caminar todos juntos? (Ez 37,24). No tenemos ninguna obligación de andar juzgando si alguien fuera de la Iglesia cree o no en la intercesión de la Virgen u otros dogmas (1 Cor 5,12).
Es necesario que, como cristiano, aceptar que existe en otras confesiones, no sólo en nuestras filas, personas con virtudes fruto de su fe, dispuestas a entregar el corazón y la vida por Jesús de las cuales hay mucho que aprender (Ef 3,6).
Por esto nace el movimiento #YoSoyJn1721 (está de moda eso del #) del cual su servidor es presidente, tesorero, vocero… y único miembro. El nombre viene de que en el evangelio de San Juan 17,21, Jesús dijo: Que todos sean una sola cosa, que todos seamos uno para que el mundo pueda creer. Dicho movimiento se abstiene de realizar acciones, dígase marchas ó reuniones, ya que según lo que he leído “la autoridad episcopal local ha de determinar prudentemente el modo de obrar en concreto” [1], así que por ahora me conformo con plantar una idea en esa tierra fértil que es la mente de los que me leen.
“La esperanza que nace de mi corazón es que en un futuro no muy distante,
los cristianos se reconciliarán finalmente y así volverán a caminar juntos,
como en un solo pueblo” Juan Pablo II

[1] Decreto Unitatis Redintegratio:

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